Cuando Jesús se bautizó en el Jordán, oyó una voz procedente del cielo que decía: "Este es mi Hijo amado, en quien me complazco" (Mt 3,17). Estas palabras revelaban la verdadera identidad de Jesús como el Amado. Jesús escuchó realmente aquella voz, y todos sus pensamientos, palabras y acciones salieron del profundo conocimiento de que era infinitamente amado por Dios. Jesús vivió su vida desde ese lugar de amor interior. A pesar de que los rechazos, celos, resentimientos y odios humanos le hirieron intensamente, siguió afianzado en el amor del Padre. Al final de su vida le dijo a sus discípulos: "Miren, está para llegar la hora, mejor, ya ha llegado, en que se dispersen cada cual por su lado y a mí me dejen solo. Pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo" (Jn 16,32). Ahora sé que las palabras que escuchó Jesús cuando se bautizaba son palabras dirigidas también a mí y a todos los que somos hermanos y hermanas de Jesús.Henri Nouwen, Más allá del espejo
Esta es una de las verdades espirituales más importantes que he recibido de Henri Nouwen, y que me ha permitido edificar mi camino cristiano y mi vida espiritual sobre una roca firme. Es una verdad que debemos recordar y actualizar para nosotros constantemente, como antídoto además para las muchas voces de nuestro entorno que dicen lo contrario. Soy amado por Dios, y lo soy infinitamente, gratuitamente e incondicionalmente.
