1-
Estás llamado a la unidad. Esa es
la buena nueva de la encarnación. La
Palabra se vuelve carne y, así, se crea un nuevo lugar en que
pueden habitar todo lo tuyo y todo lo de Dios. Cuando hayas encontrado esa
unidad, serás verdaderamente libre. (30)
2-
Nunca te has sentido completamente
a salvo en tu cuerpo. Cada vez más, has llegado a ver a tu cuerpo como un
enemigo que hay que conquistar. Pero Dios quiere que seas amigable con tu
cuerpo, de manera que pueda estar preparado para la resurrección. Cuando no
eres totalmente dueño de tu cuerpo, no puedes reclamarle una vida eterna.
3-
¿Cómo hacer que tu cuerpo te
pertenezca? Dejándole participar en tu deseo más profundo de recibir y ofrecer
amor. Tu cuerpo necesita ser sostenido y sostener, ser tocado y tocar. Ninguna
de estas necesidades es para desdeñar, negar ni reprimir.
4-
Pero tienes que seguir buscando tu
necesidad corporal más profunda, la necesidad de amor genuino. Cada vez que
puedas ir más allá de los deseos corporales superficiales de amor, estás
haciendo que tu cuerpo te vuelva a pertenecer y te estás acercando a la
integración y a la unidad.
(Tomado
de: “La Voz Interior del Amor”,
Henri Nouwen.)
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