"Es con esta misteriosa presencia con la que quiere ponernos en contacto el servicio de la Palabra durante cada Eucaristía, y es esta misma presencia misteriosa la que se nos revela constantemente cuando vivimos nuestra vida eucarísticamente... No podemos vivir sin las palabras que vienen de Dios, palabras que nos arrancan de nuestra tristeza y nos elevan a un lugar desde el que podemos descubrir que estamos verdaderamene vivos".
Henri Nouwen, Con el corazón en ascuas, ST, 1996.
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