lunes, 4 de febrero de 2013

BIOGRAFÍA DE HENRI NOUWEN 4



 En Daybreak Henri  trató de ser parte de la vida de los discapacitados, asumió las tareas de ayudante durante las mañanas, y la escritura y otros deberes pastorales en la tarde. Allí encontró a Adam Arnett, el miembro discapacitado al que se le encomendó cuidar, y del que Henri tanto aprendió; fue una presencia constante a lo largo de los años siguientes en la vida de Nouwen, incluso después de la muerte de Adam, pues se convirtió en arquetipo del mismo Jesús. Las enseñanzas de Henri durante estos años ganaron en sencillez y calidad espiritual, e invitaban a lo mismo a sus interlocutores. En sus conferencias se hizo habitual el estar siempre acompañado de alguno de los miembros discapacitados de la comunidad.
 La fama de Henri Nouwen traspasó los límites de Norteamérica, las ediciones de sus libros se multiplicaron. Pero aquella inquietud y ansiedad que estaba presente en Henri desde su misma infancia, aquel deseo insatisfecho seguía provocando dolor en él. A finales de la década de los 80 tuvieron lugar dos acontecimientos en la vida de Nouwen: en 1988 sufrió un grave hundimiento emocional y pasó varios meses bajo tratamiento en un centro especializado en Winnipeg; en 1989 fue golpeado por un camión mientras caminaba por la orilla de la carretera, cerca de Daybreak. Ambos acontecimientos le hicieron reflexionar acerca de las cuestiones fundamentales de la vida y de la fe.
 La causa del quebrantamiento emocional estuvo en el deterioro de una amistad íntima; Henri, que había asumido conscientemente el celibato sacerdotal sentía no obstante la necesidad de ser especial para alguien; siempre tuvo dificultades en sus relaciones afectivas, de las que se volvía tremendamente dependiente. En ese momento se derrumbó completamente, se sintió incapaz de mantener sus compromisos pastorales, y se vio obligado a abandonar temporalmente Daybreak para seguir durante un período tratamiento psicológico y orar lejos de su comunidad, a fin de encontrar orientación. De ese tiempo salió uno de sus libros más hermosos e intensos, “La voz interior del amor”. Henri siempre tuvo problemas con su cuerpo, y comprendía que era un momento para crecer en aceptación. En Winnipeg Henri encontró terapeutas cristianos que le ayudaron a reforzar su compromiso y sus dones espirituales, y comenzó un profundo camino de contacto con su corporalidad. Entre otras cosas Henri aprendió a conocer y valorar sus sentimientos y emociones, aprendió a distinguir afecto de erotismo, a dejarse abrazar y tocar, y comprendió además la importancia de la dieta y el ejercicio. Al final, y tras haber superado el momento crítico, Henri decidió volver a su comunidad, aun sin haber terminado el tratamiento.
 La década de los 90 fue el último tramo del camino de Nouwen en busca de un hogar definitivo. Su estadio de ánimo mejoró y escribió casi un libro anual, visitaba comunidades de El Arca de todo el mundo, incluidas Latinoamérica y Ucrania, daba retiros a sacerdotes católicos y pastores protestantes, pronunciaba conferencias y charlas, en Europa, Canadá y Estados Unidos. El amor de Henri por la gente le hacía viajar continuamente, y su inquietud espiritual le llevaba a descubrir nuevos caminos; se sintió subyugado por una familia de trapecistas que actuaba en un circo, y les acompañó en una gira. Cuando alguien le preguntó si se había convertido en el pastor de esa familia, contestó: al contrario, ellos son mis ministros. Henri Había descubierto en los números del trapecio una sugerente parábola espiritual. Así como uno de los trapecistas se lanza al aire para que el otro lo agarre, así también debemos nosotros lanzarnos hacia Dios y confiar en que Él nos agarrará.
 En este período algo estaba cambiando en el mundo interior de Henri: un cambio de consciencia e identidad personal le estaba llevando a interrogarse sobre aspectos fundamentales de su vida, de su trabajo; intentaba escribir también de una manera nueva; quería integrar el arte a su espiritualidad de forma más plena, por eso  profundizó su amistad con algunos artistas. En un escrito de 1992 reconoce: “Hay en mí una nueva apertura e identidad con la humanidad”. Esta apertura abarcó también la espiritualidad no cristiana, pero el centro de toda su espiritualidad siguió siendo Jesús, la condición humana rota, la resurrección, la eucaristía. Un ejemplo está en uno de sus libros más notables, “Tú eres mi amado”, en el que afirma que por difícil que se torne la vida, por muy real que sea la sombra y el peligro que nos amenaza, siempre somos los amados de Dios; nuestra vida se convierte en eucaristía, y nosotros mismos nos convertimos en pan y vino, cuerpo y sangre, sustento espiritual para otros. En los   últimos cinco años de su vida habló también mucho de la muerte como el definitivo regreso al hogar, como liberación
 Esta síntesis biográfica es inevitablemente parcial; he pretendido presentar lo más significativo de la biografía de Nouwen, pero muchas cosas han quedado fuera. Espero que el resto de este trabajo ayude a llenar los espacios vacíos y completar la imagen de este maestro espiritual, que murió un 21 de septiembre de 1986, mientras atravesaba su Holanda natal para ir a Rusia donde tenía acordado realizar un documental sobre la pintura que inspiró uno de sus libros más conocidos: “La parábola del hijo pródigo”. Henri parecía más feliz que nunca, había estado disfrutando de un año sabático, y escrito cinco libros; de pronto, tras un infarto, su vida se apagó.

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