domingo, 17 de marzo de 2013

SACERDOTE Y HOMOSEXUAL



Fue Michael Ford quien reveló a los lectores de Henri Nouwen su condición homosexual, al publicarHenri Nouwen. El pastor herido, en el año 1999. En esta excelente biografía, la vida de Nouwen aparece dividida en tres momentos: corazón, mente y cuerpo. En un capítulo de la segunda parte, titulado “Iconos” el autor comenta sobre los esfuerzos de Henri por hallar su auténtica identidad ante Dios; parte de esa identidad era su condición de célibe, algo que Henri valoraba altamente, pero también había algo secreto que formaba parte de ella, y que cargaba como una cruz: su condición homosexual. Para algunos la incansable actividad de Henri, sus libros, sus charlas, sus viajes, eran un intento inconsciente de apartarse de esa verdad interior que no sabía o no podía asumir.
 A finales de la década de los 60 Nouwen abordó por primera vez el tema homosexual en un artículo para una revista norteamericana; en él abordaba el tema con un enfoque cristiano distendido y sin miedos. También escribió sobre el tema un ensayo en el que hablaba sobre la necesidad de que las personas homosexuales fueran ellas mismas en todas las circunstancias de modo que preservaran su salud espiritual y emocional. Luego, según recuerdan sus alumnos, en la década de los 80, en Harvard, asumió un enfoque radical y crítico respecto al tema, afirmando que la homosexualidad era intrínsecamente mala y que el único modo de ser aceptables a Dios era aceptando vivir una vida célibe tal y como enseñaba la Iglesia Católica. Para muchos esa postura chocaba con su habitual visión compasiva de la realidad, y algunos apuntan que Henri se debatía entonces con sus propias dudas y su postura era un modo de advertirse a sí mismo acerca de los límites. Estas luchas estaban vinculadas siempre a períodos depresivos, y Henri buscó ayuda en un centro dirigido por franciscanos de Nueva Orleans que atendía homosexuales de ambos sexos. Fue allí donde conoció a un pintor, que antes había sido monje, y a quien le encargó la pintura de un icono que le ayudara a encauzar espiritualmente sus sentimientos  y emociones homosexuales. Robert Lentz dibujó para Nouwen a un Cristo sentado en su trono, mientras alguien se le acerca de forma respetuosa; le llamó a esta pintura “Cristo, el novio”. Este cuadro fue para Nouwen una metáfora de su lucha y su liberación...

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