"Cuando Jesús se acercaba a su muerte, era incapaz ya de sentir la presencia de Dios. Clamó diciendo: 'Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?'. (Mateo 27,47). Sin embargo, en amor, se mantuvo firme en la verdad de que Dios estaba con Él y dijo: 'Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu' (Lucas 23, 46).
La soledad de la cruz llevó a Jesús a la resurrección. A medida que nos vamos haciendo mayores, Jesús a menudo nos invita a seguir en esta soledad, la soledad en la que Dios está demasiado cerca como para que nuestros corazones y mentes limitados sean capaces de sentirlo. Cuando esto sucede, pidámosle a Dios que nos conceda la gracia de poner entregar nuestro espíritu a Dios, tal como lo hizo Jesús. "
HENRI NOUWEN
Provechosa Semana Santa deseamos a todos los amigos y amigas del blog.
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