"El sí incondicional de Jesús a su Padre le había fortalecido para beber la copa de amargura, no con
una resignación pasiva, sino en total conocimiento de que la hora de su muerte sería también la hora de su gloria. Su sí hizo de su rendimiento un acto creativo, un acto que llegaría a dar mucho fruto. Su sí alejó la posible fatalidad de la interrupción de su ministerio. En vez de un final irrevocable, su muerte se convirtió en el principio de una nueva vida. Por tanto, su sí le capacitó para confiar plenamente en la rica cosecha que el grano muerto acarrearía consigo.
¡Los gozos están escondidos en los dolores! Lo sé por mis propias épocas de depresión; por vivir
con personas disminuidas psíquicas; por mirar a los ojos de los enfermos y por estar entre los más pobres de los pobres. Solemos olvidar esta verdad y nos sentimos abrumados por nuestra propia oscuridad. Perdemos de vista fácilmente la perspectiva de nuestros gozos y hablamos de nuestras penas como si fuese la única realidad existente.
Necesitamos recordarnos unos a otros que la copa del dolor es también la copa del gozo, que lo
que realmente nos causa tristeza puede convertirse en un campo fértil de alegría. Por tanto necesitamos ser ángeles los unos para los otros, necesitamos darnos mutuamente fuerza y consuelo. Porque solamente cuando nos demos cuenta perfectamente de que la copa de la vida no es sólo una copa de dolor sino también una copa de gozo, seremos capaces de beberla. "
HENRI NOUWEN
¿Puedes beber este cáliz?
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