“Después de que los dos discípulos reconocieron a Jesús en la posada de Emaús,
Jesús <desapareció de su presencia>
(Lucas 24,31).
El
reconocimiento y la desaparición de Jesús son uno y el mismo acontecimiento al mismo tiempo.
¿Por qué? Porque los discípulos cayeron en la cuenta de que Jesús... vivía en ese momento EN ellos…que se habían convertido en portadores
de Jesús. Por tanto, Jesús no está ya sentado al otro lado de la mesa, como un
extraño... Ha llegado a ser UNO con ellos.
Les ha dado su propio Espíritu de
Amor.
El compañero de viaje se ha convertido en el compañero del alma.
Ellos están vivos, pero no son ya ellos mismos, sino Cristo viviente en ellos."
HENRI NOUWEN
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