Jesús, el Hijo Amado de Dios, es perseguido. Este mundo no le da la bienvenida a Él, que es pobre, manso, que llora, que tiene hambre y sed de justicia, que es misericordioso, puro de corazón y pacificador. El bienaventurado de Dios es una amenaza al orden establecido y una fuente de constante irritación para aquellos que se consideran los amos de este mundo. Sin acusar a nadie, es considerado un acusador, sin condenar a nadie hace que ciertas personas se sientan culpables y avergonzadas, sin juzgar a nadie quienes lo ven se sienten juzgados. No pueden tolerarlo y debe ser destruido, porque dejar que siga existiendo les parece como confesar la propia culpa. Cuando trabajamos y luchamos para llegar a ser como Jesús, no podemos esperar que se nos admire. Debemos estar preparados para que se nos rechace.
Henri Nouwen
Pan para el viaje
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