"Tenía un extraordinario don pastoral para hablar de Dios a la gente. Incluso cuando estaba sumido en la angustia interior, su espíritu generoso y su don permanecían intactos".
"Los aspectos proféticos de su liderazgo no procedían de su posición en las fronteras de la Iglesia, sino de su profundo arraigo en la espiritualidad y las tradiciones eclesiales".
"Su enorme capacidad de acogida procedía de esa profundidad de la oración contemplativa y de la conexión con el amor de Dios, así como de su propia bondad".
Michael Ford
El profeta herido
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