Vivimos nuestras vidas de tal manera que parecen anticipar preguntas que nunca se harán. Nos preparamos para preguntas como estas: «¿Cuánto ganaste durante toda tu vida?» o «¿Cuántos amigos tuviste?» o «¿Cuánto progreso hiciste en tu carrera?» o «¿Cuánta influencia tenías sobra otras personas?» o «¿Cuántas personas te convertiste?» Si cualquiera de estas fuese la pregunta que Cristo hará cuando regrese en su gloria, muchos de nosotros podremos acercarnos al Día del Juicio con mucha seguridad. Pero nadie va a oír ninguna de estas preguntas. Para la pregunta a la que nos vamos a enfrentar, no estaremos preparados: «¿Qué has hecho por alguno de mis hermanos más pequeños?» Mientras haya desconocidos; personas hambrientas, desnudas o enfermas; prisioneros, refugiados o esclavos; personas con discapacidades físicas, mentales y emocionales; personas sin trabajo, hogar o tierra; estará ahí, siempre desde el trono del juicio, la inolvidable pregunta: «¿Qué has hecho por alguno de mis hermanos más pequeños?»
Henri Nouwen
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