"La comunidad de fe ofrece las fronteras protectoras dentro de las que podemos escuchar nuestros más profundos deseos, no para permitirnos una introspección malsana, sino para encontrar a nuestro Dios hacia el que apuntan. En la comunidad de fe podemos escuchar nuestros sentimientos de soledad, nuestros deseos de ser abrazados o besados, nuestros impulsos sexuales, nuestros anhelos de simpatía, de compasión o simplemente de una palabra amable; y también nuestra búsqueda por comprender y nuestro deseo de compañerismo y amistad. En la comunidad de fe podemos escuchar todos estos anhelos y encontrar el valor no para evitarlos o taparlos, sino para confrontarlos con el fin de discernir la presencia de Dios en medio de ellos".
Henri Nouwen, Abriéndonos.
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