Henri Nouwen luchó durante toda su vida contra la soledad y la angustia, que en cierto momento le condujeron a una espiral descendente de rechazo de sí mismo y desesperación. Henri optó deliberadamente por pasar gran parte del día en soledad, buscando a Dios. El resultado fue una epifanía: Eres el amado de Dios.
Al principio apenas podía oír esas palabras, pero poco a poco aprendió a proclamarlas, permitiendo que su identidad primera como hijo de Dios echara raíces en el terreno de su corazón. Cuando se recuperó, sus charlas y retiros empezaron a centrarse más en la inmensidad de la compasión y el amor de Dios.
En su libro Tú eres mi amado escribió: Solo quiero decirte que tú eres el amado, y solo espero que puedas escuchar estas palabras mientras son pronunciadas con toda la ternura y la fuerza que el amor puede contener. Mi único deseo es hacer que estas palabras resuenen en cada rincón de tu ser: «Eres el amado».
*Tomado de: Meditaciones diarias para la vida espiritual
PPC
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