"Hemos caído en la tentación de separar el ministerio de la espiritualidad, el servicio de la oración.
Nuestro demonio dice: Estamos demasiado ocupados como para rezar; tenemos demasiadas necesidades que atender, demasiada gente a la que responder, demasiadas heridas que curar. La oración es un lujo, algo para las horas libres, los días francos o los retiros. Las pocas personas que se dedican exclusivamente a la oración, como los Trapenses, las Clarisas y algunos ermitaños aislados, no tienen que ver con el ministerio. Ellos se han liberado para concentrarse en la contemplación y han dejado para otros el servicio ministerial.
Pero pensar de este modo es perjudicial, tanto para los implicados en el ministerio como para los contemplativos. Servicio y contemplación no pueden ser separados jamás; se remiten uno al otro como el Yin y el Yang del círculo japonés".
Henri NOUWEN.
"La memoria viva de Jesucristo".
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