Así, el Jesús rechazado y humillado fue cobrando cada vez más sentido, pues el propio Henri vivía una época de crisis, se sentía fracasado y nada comprendido en su búsqueda de aceptación y reconocimiento. A la vez, sintiéndose una persona despreciable y sin importancia, sentía que Dios no se apartaba de él, y fue clarificando lo que luego llamaría "el camino descendente de Jesús". El Evangelio de Juan fue modificando los contornos de su propia vida y de su espiritualidad, mientras Henri vivía y luchaba cada día con la vida.
Henri comprendió que "Dios ha querido mostrar su amor por el mundo descendiendo cada vez más profundamente a la fragilidad humana".
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