En el año 1981 Henri Nouwen renunció a su puesto en la Universidad de Yale, causando asombro entre los que le conocían; sus años en Yale le hicieron sentirse satisfecho y le abrieron a contactos espirituales importantes, a pesar de que no le faltaron críticos entre quienes juzgaban su labor poco académica. No sintiéndose ya a gusto en ese lugar decidió dar un paso arriesgado yéndose a Perú, para compartir con los pobres de América Latina.
Henri se preguntaba si era allí donde le quería Dios; fue una década convulsa y compleja en la situación del continente que llevó a muchos teólogos católicos a cuestionarse su visión de Iglesia y a elegir lo que se llamó la “opción preferencial por los pobres”. Henri estuvo durante seis meses en Bolivia y Perú, y también pasó algunas semanas en Nicaragua. Finalmente regresó a Estados Unidos en marzo de 1982, convencido que no era en América Latina donde Dios quería que hiciese su hogar; se había sentido infrautilizado y minusvalorado, y tuvo que luchar contra la depresión. No obstante desde Estados Unidos Nouwen mantuvo su red de amigos de Latinoamérica, y ayudó a que la situación violenta del continente se conociera en Estados Unidos. Estuvo en Guatemala en 1984, y pudo ver de cerca la brutalidad de la dictadura de ese país. Sin embargo fue creciendo en la convicción de que la violencia no podía ser la respuesta a los problemas de Latinoamérica, y asumió cada vez más el ideal de paz de Jesús.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.