"Cuando decimos Anunciamos tu muerte, expresamos la verdad de que el sufrimiento humano de todo tiempo y lugar ha sido sufrido por el Hijo del Hombre que también es el Hijo de toda la humanidad y así ha sido elevado a la vida interior de Dios mismo. No hay sufrimiento, culpa, vergüenza, soledad, hambre, opresión o explotación, no hay tortura, prisión, asesinato, violencia o amenaza nuclear que no haya sido sufrido por Dios. No pueden existir seres humanos que estén completamente solos en su sufrimiento ya que Dios en y a través de Jesús, se ha convertido en Emanuel: Dios con nosotros. La esencia de nuestra fe es que Dios es un Dios fiel, un Dios que no quiso que estuviésemos nunca solos sino que quiso comprender, soportar todo lo que es humano. La Buena Noticia del Evangelio, por lo tanto, no es que Dios vino a quitar nuestro sufrimiento, sino que quiso formar parte de él...
Debemos llegar a la comprensión interior de que la agonía del mundo es la agonía de Dios. La agonía de mujeres, hombres y niños a través de los tiempos nos revela la inagotable profundidad de la agonía de Dios, que atisbamos en el huerto de Getsemaní. El sentido más profundo de la historia humana es el gradual desarrollo del sufrimiento de Cristo. Mientras haya historia humana, la historia del sufrimiento de Cristo no habrá sido completamente contada. Cada vez que escuchamos acerca del dolor de los hombres, conocemos un poco más el inmenso amor de Dios, que no quiso excluir nada humano de su experiencia de ser Dios. Él es verdaderamente Yahveh Rachamin, el Dios que lleva en su seno a su Pueblo sufriente, con la intimidad y el cuidado de una madre. A esto aludía Blas Pascal cuando dijo que Cristo está en agonía hasta el fin de los tiempos".
Henri Nouwen
"Cristo de las Américas", America, 21 de abril de 1984.
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