"El futuro ministro cristiano no puede ser considerado de manera alguna como alguien preocupado solamente por ayudar a los individuos a adaptarse a las demandas del mundo. De hecho, el líder cristiano, capaz de ser un contemplativo crítico, será un revolucionario en un sentido absolutamente real. Porque probando todo lo que ve y escucha, para darse cuenta de su autenticidad evangélica, es capaz de cambiar el curso de la historia y arrancar a las personas de sus paroxismos, orientándolas hacia una acción creativa, que construirá un mundo mejor. No respalda cualquier bandera de protesta para estar al día con los que expresan su frustración más que sus ideas. Tampoco se une fácilmente a los que piden mayor protección, más policía, más disciplina y más orden. Mirará de forma crítica todo lo que pasa a su alrededor y tomará sus decisiones, basadas en una mirada interior a su propia vocación y no en el deseo de popularidad o en el miedo a ser rechazado. Criticará a los que protestan tanto como a los que se dedican a contemplarlos, cuando los motivos de ambos para esa actitud pasiva o revolucionaria sean falsos y sus objetivos dudosos".
Henri Nouwen
"El sanador herido"
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