"..Era un acontecimiento para los
amigos de Jesús, para aquellos que lo habían conocido, escuchado y creído en
Él. Era muy íntimo: una palabra aquí, un gesto allá, una toma de conciencia
gradual de que algo nuevo estaba naciendo, pequeño, casi inadvertido, pero con
la potencia de cambiar la faz de la tierra. María Magdalena escuchó su nombre.
Juan y Pedro vieron la tumba vacía. Los amigos de Jesús sintieron que su corazón
ardía en encuentros que tienen su expresión más acabada en las extraordinarias
palabras: ¡HA RESUCITADO! Todo estaba igual, mientras todo había cambiado.
Nuestras luchas no han terminado. En la mañana de Pascua,
todavía podemos sentir el dolor del mundo, de nuestras familias y amigos, de
nuestros propios corazones. Todavía está allí, y estará allí por largo tiempo.
Sin embargo, todo es diferente porque hemos encontrado a Jesús y hemos hablado
con Él. "
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