La Eucaristía es siempre una misión. La Eucaristía, que nos ha liberado de nuestra paralizadora sensación de pérdida y nos ha revelado que el Espíritu de Jesús habita en nosotros, nos faculta para salir al mundo y llevar la buena noticia a los pobres, devolver la vista a los ciegos y la libertad a los cautivos, y proclamar que Dios ha mostrado nuevamente su parcialidad en favor de todos. Pero no se nos envía solos; se nos envía con nuestros hermanos y hermanas, que también saben que Jesús habita en ellos.
La dinámica que brota de la Eucaristía es la que va de la comunión a la comunidad, y de ésta al ministerio. Nuestra experiencia de comunión nos envía primero a nuestros hermanos y hermanas para compartir con ellos nuestras historias y construir con ellos un cuerpo de amor. Luego, como comunidad, podemos salir en todas las direcciones y llegar a toda la gente.
Henri Nouwen
Con el corazón en ascuas
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.