"Dios llama siempre.Para escuchar su llamado y permitirle que guíe nuestras acciones se requiere disciplina, en orden a no ser o volvernos completamente sordos. Son demasiadas las voces que tratan de captar nuestra atención y demasiadas las actividades que nos desvían del hecho de que se impone un serio esfuerzo de nuestra parte si queremos llegar a ser y permanecer sensibles a la presencia divina en nuestras vidas. Cuando Dios llama da un nombre nuevo. Abram se transformo en Abraham, Jacob en Israel, Saulo en Pablo, Simón en Pedro. Hemos de buscar este nombre nuevo, porque en él se nos revela la vocación irrepetible que nos es dada por Dios"
(Henri Nouwen, La compasión en la vida cotidiana).
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