La vida institucional lleva a la hipocresía, porque los que ofrecemos guía espiritual nos encontramos a menudo que no vivimos lo que predicamos o enseñamos. No es fácil evitar completamente la hipocresía, porque al querer hablar en nombre de Dios, la Iglesia o la comunidad nos encontramos diciendo cosas grandes que exceden nuestras fuerzas. La experiencia me demuestra que la mejor cura contra la hipocresía es la comunidad. Cuando, como guía espiritual, viva cerca de los que atiendo, y cuando me deje criticar con cariño por los míos y sea perdonado por mis defectos, entonces no seré considerado un hipócrita. Tengo que llegar a ser un sacerdote que sepa pedir perdón por sus defectos".
Henri Nouwen, Diario del ultimo año de vida, pág. 277
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