La propuesta espiritual de Nouwen fue recibida a
lo largo de los años por personas de muy diversas tendencias teológicas o
políticas, pero al mismo tiempo fue también cuestionado: desde la izquierda,
acusándole de un espiritualismo ajeno a las preocupaciones de su tiempo, o,
desde la derecha, por ser poco claro a la hora de desarrollar su
espiritualidad, cruzando las fronteras de la ortodoxia. Henri evitaba los
conflictos, no le gustaban, pero a menudo, como veremos, asumió prácticas
litúrgicas o de otro tipo, al margen de la praxis habitual en las iglesias. No
obstante, los aspectos proféticos de su liderazgo no procedían de una posición
de frontera en la Iglesia, sino al contrario, de su profundo arraigo en la
espiritualidad y tradiciones eclesiales.
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