"La vida espiritual auténtica se basa en la condición humana. La vida espiritual no se vive fuera, antes, después o al lado de nuestra existencia cotidiana. No, la vida espiritual únicamente puede ser real en la medida en que es vivida en medio de las penas y las alegrías del aquí y ahora. Por tanto, hemos de empezar observando cuidadosamente nuestra forma de pensar, de hablar, de sentir y de actuar cada hora, cada día, cada semana, y cada año, con el fin de hacernos más plenamente conscientes de nuestra hambre del Espíritu. Mientras nos contentemos con un vago sentimiento de descontento con nuestro actual modo de vivir y un deseo impreciso de «cosas espirituales», nuestras vidas seguirán anquilosadas en una difusa melancolía. A menudo repetimos: «Yo no soy muy feliz. No estoy contento con la forma en que vivo. Realmente, no me siento feliz ni en paz conmigo mismo. Pero desconozco cómo podrían cambiar las cosas, y supongo que he de ser realista y aceptar mi vida tal como es». Es precisamente esta actitud resignada la que nos impide analizar de cerca nuestra realidad, articular nuestra experiencia y profundizar en la vida del Espíritu".
Henri NOUWEN
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