Henri Nouwen
vino al mundo un 24 de enero de 1932, en Nijkerk, a 45 kilómetros de Amsterdam, y fue el mayor
de tres hermanos y una hermana. Su
madre, se llamaba María; su padre, Laurent: vivieron los tiempos de la guerra,
pero la familia pudo sobrevivir bastante bien a ella, a pesar de las
privaciones y tensiones propias de la ocupación del país. Según cuentan, Henri fue siempre un chico inquieto y sociable, que
desde los seis u ocho años gustaba de jugar a ser sacerdote, tal vez inspirado por el
ejemplo de un hermano de su madre, Anton,
que frecuentaba la mesa de la familia.
Henri se sentía amado por su familia, pero tal vez intuía que algo en
él era diferente; se comía las uñas y se
mostraba ansioso, como hambriento de algo. Buscaba algo que los suyos no podían
darle, algo que seguiría buscando a lo largo de toda su existencia,
incansablemente. Su familia era de tradición católica, y abundaban las imágenes
de Jesús y María; ellas colmaron la imaginería infantil de Nouwen, y le
ofrecieron las claves para construir su personalidad.
A los 18 años se sentía preparado para ir al
seminario; pasó por el seminario menor, dirigido por su tío, y luego ya pasó a
Utrecht, donde estudió entre 1951 y 1957, año en que recibió la ordenación.
Fueron años felices, era popular entre sus compañeros; decía el propio Nouwen
que nunca había sido un estudiante brillante, sino uno que trabajaba duro; a
ello atribuye que sus calificaciones en sus últimos cursos del seminario fueran
excelentes. Siempre insistió en que la erudición no era lo más importante para
él, sino que su interés era fundamentalmente pastoral.
Al terminar el seminario, su obispo, Bernard
Alfrink, le pidió que estudiara teología; pero Henri pensaba en otra cosa, y le
propuso que en lugar de la teología le permitiera realizar sus estudios en psicología, para así
profundizar en su interés por la persona humana. Su obispo aceptó, y Henri
dedicó los siguientes años, de 1957 a 1966, a estudiar psicología, primero en
la Universidad de Nimega, y después en Estados Unidos, en la Clínica Menninger
de Topeka, Kansas.
La década de los 60 fue importante para Henri
Nouwen, porque en ella están las bases de su evolución personal y espiritual.
Entre 1964 y 1966, durante su estancia en la Clínica Menninger, centro de
referencia en esa época en el tema de la psicología aplicada, Nouwen realizó
actividades de asesoramiento, estudio las raíces freudianas de la moderna
psicología, y sus referentes más actuales, así como mantuvo animadas
conversaciones con sus colegas respecto al vínculo entre psicología y religión.
Entre 1966 y 1968 Nouwen dio clases de
teología pastoral en Notre Dame; participó de la renovación y las nuevas formas
de enseñar que intentaban ganar espacio,
y fue pionero a la hora de conciliar las nuevas enseñanzas de la psicología
moderna, rechazada por muchas a causa de su ateísmo programático, con la
pastoral cristiana. Fue también partícipe del ambiente tenso que entonces
recorría Estados Unidos, a causa de la Guerra de Vietnam, y las luchas
raciales. En ese tiempo sirvió como
sacerdote a la comunidad académica, celebraba la misa para estudiantes y
profesores y ofrecía acompañamiento y dirección espiritual. En su último
semestre en Notre Dame, abril de 1968, fue testigo del movimiento social que
generó la muerte de Martin Luther King; movido por un fuerte deseo de ser parte
de aquello voló en avión a Atlanta, y participó de las manifestaciones. (Continua...)
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