jueves, 27 de diciembre de 2012

HENRI NOUWEN


 El pasado siglo XX fue rico en hombres y mujeres que, desde la experiencia cristiana, dieron un peculiar testimonio de santidad al mundo. También en los últimos 50 años han aparecido variados movimientos espirituales, tanto dentro como fuera de la Iglesia. Nuestro mundo hoy, superada una fase materialista, tiende a un espiritualismo relativista, que prescinde de las instituciones y busca caminos nuevos para experimentar la trascendencia. Creo que en este contexto el conocimiento de lo que estas figuras cristianas vivieron y aportaron a la espiritualidad es fundamental y enriquecedor para encontrar caminos propios de santidad. Desde hace varios años sigo con particular atención el itinerario de estos hombres y mujeres, intentando comprender cuáles son las claves de una santidad que sea capaz de hablarle al mundo con lenguaje renovado acerca de la Buena Nueva de Jesús. 
 
Entre la pléyade de autores contemporáneos de espiritualidad Henri Nouwen ocupa, indudablemente,  un lugar destacado; Escritor católico, considerado por muchos un genuino maestro espiritual. Sus libros pueden encontrarse en librerías del mundo entero, muchos títulos, y múltiples ediciones;  el más conocido de ellos, “El regreso del hijo pródigo”, citado por Hillary Clinton como el libro que recomendaría para un momento muy especial. Si necesitáramos expresar con dos palabras el mundo espiritual de Henri Nouwen diríamos: amistad y vulnerabilidad. Henri hizo amigos por todas partes, y a la vez cargó sobre sus hombros la cruz de la inseguridad y la urgente necesidad de afecto. Pero ofreció su vida, a través de sus libros, como testimonio de una confianza y una búsqueda espiritual que ofrece sentido, incluso allí en los momentos más absurdos y oscuros de nuestra existencia.


  Nouwen desarrollo su ministerio en la predicación, el acompañamiento espiritual y la escritura, pero recogiendo lo mejor de la espiritualidad de su tiempo y haciendo una síntesis al alcance de un amplio público, tanto dentro como fuera de la Iglesia. Cuando revisamos su vida, sus fuentes, sus escritos, encontramos algo de espiritualidad benedictina,  Thomas Merton, Teresa de Calcuta, Charles de Foucault, Roger de Taizé, espiritualidad de los iconos, Teología de la Liberación y Gustavo Gutiérrez, Martin Luther King  y los movimientos anti raciales en USA, un amplio conocimiento de psicología pastoral, y por supuesto a Jean Vanier y las Comunidades del Arca. Por tanto viene a ser como una persona que recoge lo mejor de la espiritualidad del pasado siglo, y consigue hacerla llegar al amplio público, a la vez que vive él mismo el dilema del hombre contemporáneo, que aspira a la santidad mientras se enfrenta a sus propios demonios interiores y a los desafíos del mundo.
 

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