domingo, 29 de septiembre de 2013

JESÚS ES EL HIJO PRÓDIGO...

"Me estoy acercando ya al misterio de que el propio Jesús se convirtiera en hijo pródigo para nuestra salvación. Abandonó la casa de su Padre celestial, se marchó a un país lejano, dejó todo lo que tenía y volvió con su cruz a casa del Padre. Todo lo que hizo, no como hijo rebelde, sino como hijo obediente, sirvió para llevar de nuevo a casa a todos los hijos perdidos de Dios. El mismo Jesús, que contó la historia a los que le criticaban por tratar con pecadores, vivió el largo y doloroso camino que describe.
Cuando empecé a reflexionar acerca de la parábola y el cuadro de Rembrandt, no se me ocurrió pensar que Jesús podía ser el joven exhausto con cara de bebé recién nacido. Pero ahora, después de tantas horas de íntima contemplación, me siento bendecido por esta visión. ¿No es acaso el joven destrozado, arrodillado ante su padre el «cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (Jn 1,29)? ¿No es acaso él al que le hizo pecado por nosotros, para que nosotros sintamos la fuerza salvadora de Dios (2 Co 5,21)? ¿Acaso no es él aquél que, «siendo de condición divina, no consideró como presa codiciable el ser igual a Dios. Al contrario, se despojó de su grandeza, tomó la condición de esclavo y se hizo semejante a los hombres» (Flp 2,6-7)? ¿No es acaso él el Hijo de Dios sin pecado que gritó desde la cruz: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (Mt 27,46) Jesús es el hijo pródigo del Padre pródigo que repartió todo lo que el Padre le había confiado para que yo pueda ser como él y vuelva con él a la casa del Padre".

HENRI NOUWEN

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