lunes, 28 de abril de 2014

PARA EMPRENDER EL VIAJE INTERIOR...

"Cualquiera que se tome la vida espiritual en serio y desee comprometerse a fondo en el encuentro con Dios comprenderá enseguida la necesidad de formación y de dirección. Emprender este viaje interior exige tomar en consideración los movimientos del corazón con todas sus polaridades, pero interpretadas de una forma que respete a la vez el tiempo y la tradición. De la misma manera que ninguno de nosotros partiría para un largo viaje sin haber planificado antes tiempos de descanso y de refrigerio y haber comprobado la exactitud de nuestros mapas y direcciones, tampoco nosotros podemos esperar ahora ser formados en la fe sin comprometernos a vivir una vida espiritual con disciplinas o prácticas espirituales regulares.

La oración y la meditación representan dos de las prácticas centrales para desarrollar la vida espiritual y no pueden, por tanto dejarse a la libre experimentación. Son muchos en nuestros días los movimientos que nos demuestran hasta la saciedad lo peligrosa que puede ser la experimentación improvisada con poderes espirituales. Si no hay nadie que nos ayude a distinguir entre el Espíritu de Dios y el amplio abanico de espíritus malévolos que acechan a nuestras almas, penetrar en terreno tan resbaladizo puede hacer más mal que bien

Aunque muchas personas estén de acuerdo en la necesidad de la formación espiritual, la cuestión de su aplicación práctica sigue siendo para la mayoría muy difícil de responder. El hecho de que en la historia de la espiritualidad cristiana occidental hayamos contado con tantas «escuelas» –representadas por figuras como (Pseudo) Dionisio el Areopagita, Benito de Nursia, Francisco de Asís, Maestro Eckhart, Teresa de Jesús, Ignacio de Loyola, John Wesley, George Fox, Thomas Merton y el Hermano Roger y la Comunidad de Taizé– demuestra claramente que los métodos de formación espiritual son muchos. Pero bajo esta enorme variedad es posible descubrir un pequeño número de prácticas que han demostrado fehacientemente su utilidad como guías para todas aquellas personas preocupadas por el crecimiento espiritual propio y ajeno.

Voy a fijarme aquí en cinco de estas prácticas que parecen haber tenido especial importancia: reflexión sobre los documentos vivos de nuestros propios corazones y tiempos, lectio divina, silencio, comunidad y servicio. Practicadas en común, especialmente con un director y una comunidad de fe, todos estos ejercicios contribuyen a moldear nuestros corazones para Dios".

Henri Nouwen
"Formación Espiritual".

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.