martes, 13 de agosto de 2019

AMAR NUESTRA CONDICIÓN HUMANA ROTA

¡Cuántas heridas traemos con nosotros!. Las traemos también cuando entregamos nuestra vida a Dios. Cuanto más nos abrimos para ser curados, más hondas se muestran nuestras heridas. La tentación es el desánimo. Pero no hay que temer, porque el simple hecho de ser más consciente de nuestras heridas nos muestra que Dios nos da fuerzas para enfrentarlas, y convertirlas en fuentes de bendición, para nosotros y para los otros. El reto es vivir con nuestras heridas, en vez de pensar sólo en ellas. Mejor llorar que preocuparse; sentirlas, mejor que comprenderlas; dejar que sean parte de tu silencio mejor que hablar siempre de ellas. Tus heridas serán sanantes cuando las pongas al servicio de tu corazón. El dolor es el lugar donde nace la compasión de Dios, me hace reconocer los pecados del mundo, y los míos propios. El dolor también es oración. El dolor es la disciplina del corazón que ve el pecado del mundo, y es también el doloroso precio para alcanzar la libertad, sin la cual el amor no puede surgir. El dolor es una parte muy importante de mi oración, porque me prepara para llegar a ser como el Padre, cuya única autoridad es la compasión. Une tu dolor al dolor del mundo, al dolor de Jesús, y entrarás en una vida realmente compasiva
RECUERDA: Nuestra aflicción encierra siempre una bendición oculta. (Lee las Bienaventuranzas).

(Ideas de Henri Nouwen)

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