“El
sanador herido”
es uno de los libros más conocidos e importantes de Nouwen, que define en gran
medida su propio ministerio en la Iglesia. El ministro ordenado, situado en el
centro de la comunidad cristiana, está llamado a reconocer los sufrimientos de
su tiempo en su propio corazón y hacer de ese conocimiento el punto de partida
de su propio servicio. Reconocer sus propias heridas y desarrollar su ministerio
a partir de ellas no resquebraja la autoridad del ministro y hace su servicio
más auténtico.
Henri Nouwen estuvo dos años, entre 1964 y
1966, en la Clínica Menninger, luego
de haber pedido a su obispo, recién ordenado, estudiar psicología. Estuvo en
Nimega primero, y de ahí fue a Estados Unidos, Kansas, donde pudo estudiar las
raíces freudianas de la psicología y sus derivados modernos, desde Karen Horney hasta Gordon Allport, profundizando además en el vínculo entre psicología
y religión. Sus intereses eran más pastorales que académicos desde el
principio, y Nouwen supo ir integrando la psicología al discurso teológico,
hasta desarrollar una espiritualidad cristiana de claro talante humanista, que
parte del conocimiento profundo de la persona, y que le convirtió en un
poderoso comunicador. Pero al mismo tiempo que escribía y enseñaba, Henri vivía
sus propios conflictos interiores y sus propias luchas en relación con su
personalidad. Su proceso de enseñanza, asesoramiento y escritura, que hizo
tanto bien a otras personas, era al mismo tiempo su propio camino de sanación e
integración. “Él creía que Cristo ofrece
continuamente un canal creativo de curación, una fuente de energía en la lucha
por dar a luz, con el poder del Espíritu, un mundo marcado por la justicia y el
amor”.