viernes, 28 de diciembre de 2012

UNA ORACIÓN DE NAVIDAD



“Oh, Señor, ¡qué difícil es aceptar tu camino! Vienes a mí como un niño pequeño e impotente que ha nacido lejos de su hogar. Vienes para mí, como un extraño en tu propia tierra. Mueres por mí, como un criminal fuera de las murallas de tu ciudad, rechazado por tu propio pueblo, incomprendido por tus amigos, y sintiéndote abandonado por tu Dios.

Mientras me preparo para celebrar tu nacimiento, trato de sentirme amado, aceptado y en casa en este mundo, y trato de superar los sentimientos de alienación y separación que continúan asaltándome. Pero ahora me pregunto si mi profundo sentimiento de falta de hogar no me acerca más a ti que mi ocasional sensación de pertenencia. ¿Dónde celebro verdaderamente tu nacimiento: en un hogar confortable, o en una casa que no me es familiar, entre amigos que me dan la bienvenida o entre extraños desconocidos, con sentimientos de bienestar o sentimientos de soledad?

No tengo que escapar de aquellas experiencias que sean más cercanas a las tuyas. De la misma forma en que Tú no perteneces a este mundo, yo tampoco pertenezco a este mundo. Cada vez que me siento así, tengo la oportunidad de estar agradecido y de abrazarte mejor, y saborear, más plenamente, tu alegría y tu paz.

Ven, Señor Jesús, y quédate conmigo donde me siento más pobre. Confío en que éste es el  lugar donde encontrarás tu pesebre y traerás tu luz. Ven, Señor Jesús, ven”.


HENRI NOUWEN, Camino a casa, 123.

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